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El (TSB) de José Alejandro González y la otra cara de Colombia

February 05, 2017

Por: Paula Durán / 

 

No es fácil ser optimista en Colombia, ni siquiera después de la firma del proceso de paz. En un país acostumbrado a la guerra y a la violencia, es raro encontrar un proyecto como Todos Somos Buenos (TSB), del fotógrafo y videógrafo bogotano José Alejandro González.

Su idea nació durante un viaje en 2014, mientras estaba regresando desde Nueva York a Bogotá. González viajaba por Centroamérica cuando sacó su cámara y empezó a buscar retratos al azar. Antes que lo fotográfico, lo que perseguía era el encuentro, dice, el momento de conexión con un desconocido. Todos Somos Buenos evoca proyectos como Humans of New York, que rescata pequeñas historias personales de los habitantes de esa ciudad, o The Interview Proyect, del cineasta David Lynch; ambas iniciativas han inspirado a González, pero TSB es la evolución de un proyecto que inició cuando vivía en Barcelona, donde estudió cine y montaje: en 2002, cuando compró su primera cámara de video, comenzó a grabar y a entrevistar a desconocidos en la calle. “Desde entonces no he parado de acercarme a la gente”, cuenta el fotógrafo.

En los últimos años, a partir de retratos de colombianos que toma de forma instantánea en cualquier pueblo y en cualquier situación, González ha dado forma a una serie que intenta atravesar abismos de clase, región e ideología para sostener una tesis más desafiante que cualquier prejuicio: los colombianos son buenos.

¿Cómo ha sido su proceso? ¿Cómo decide tomar sus fotos?

Creo mucho en el azar. Toda esta obra la entiendo como una gran secuencia de vida. Creo que cada retrato que hago me lo manda la magia. De repente, hay un impulso que me sale y digo: “A esta persona le tengo que tomar una foto”. Retrato a la Colombia que me da la calle, son los personajes que me nace retratar. Algo que me preocupa mucho son las minorías étnicas y los homosexuales en Colombia. También las personas que están oprimidas por un medio o una sociedad difícil y me gusta mostrar que hay cierta belleza en esas personas.

¿Ha encontrado algo en común entre sus fotografiados? ¿Algo que se atrevería a describir como colombianidad?

La amabilidad de la gente, su alegría. Yo admiro a esas personas, la normalidad con la que asumen la vida. Así estén viviendo dificultades, siento que ellos me regalaron el momento para tomarles una foto y yo les regale un momento de aceptación. Es un reconocimiento mutuo. 

 

En 2016, un año en que Colombia se polarizó durante la campaña por el plebiscito por la paz, ¿qué quería transmitir con Todos Somos Buenos?

Para mí, afirmar que todos somos buenos es bien difícil. Yo me lo imagino a nivel metafórico, como en Hollywood con ese cartel grande que dice Hollywood: yo quisiera poner un letrero grande en una montaña que diga Todos Somos Buenos y que nos sirva como reflexión en cualquier pedacito de nuestra vida. Detrás de la frase TSB cada persona tiene la responsabilidad de asumir sus actos. No es un proyecto alcahueta. Existe una ley y si uno hace algo hay consecuencias, pero lo que no podemos es juzgar a otros.

¿Qué quiero yo con una cámara?

 

Lo que yo propongo es hacerle un retrato a toda la humanidad y que cada uno se mire en los ojos del otro. No puedo ser tan ingenuo de pensar que todos somos buenos pero sí creo que es muy atrevido estar dándonos palo y dividirnos en vez de decir: “¿Por qué no nos miramos los unos a los otros y entendemos que todos cabemos acá?”.

¿Por qué cree que para los colombianos es difícil entender que caben todos?

Cuando ganó el No en el plebiscito, yo sentí que los del Sí eran muy agresivos. Lo que pasó me pareció superválido. También es cierto que obviaron a la mitad del país que no estaba con el Sí. El 2 de octubre sentí que no estábamos listos y es que usted no puede hacer la paz sin Álvaro Uribe Vélez en Colombia. Hablar de paz es muy difícil. Si los políticos no pueden hacer las paces, ¿cómo exigirlo al país entero?

¿Qué falta? 

 

Aceptarnos, mirarnos, vernos, escucharnos, conocernos. Es válido tener argumentos, ponernos bravos, dejarnos de hablar, pero siempre con algo en la cabeza y es que hay que respetar al otro. Y cuando tú respetas al otro, lo dejas ser como es.

¿Qué impide lograr eso en Colombia?

El miedo, la violencia, la falta de amor tan verraca que tenemos, eso se mezcla. Me da mucha alegría hablar de TSB porque va a generar discusión y si la gente habla van a tener que aceptarse y entender algo válido: cuando algo le cae realmente mal es porque algo tiene adentro que lo refleja. Somos homosexuales, somos drogadictos, somos guerrilleros, paramilitares, políticos, corruptos, buenas o malas amas de casa, buenos o malos papás, pero cada individuo está tratando de ser un poco mejor.

¿Cómo podría resumir el 2016 para Colombia?

Somos un pueblo aguerrido y fuerte y no me explico por qué seguimos adelante a pesar de todo. Yo creo que tenemos mucha fuerza y en el fondo todos tenemos ganas de normalidad, de cosas buenas. Vivir realidades donde haya espacio para la alegría a pesar de la barbarie, desunión y falta de amor en Colombia.

¿Qué le gustaría transmitir a la clase dirigente colombiana?

Que han fallado y que tienen que darse cuenta de eso, ellos también han sido responsables de toda esta catástrofe de sociedad que se representa en los ocho millones de víctimas que ha dejado el conflicto. Quiero que mis fotografías también sean como un gran mural de ojos para que esos señores digan: “Mierda, esta gente que tiene ojos como yo, que tiene familia como yo, quiere que todo vaya mejor”.

¿Hay alguna historia de alguien que ha retratado que lo haya impactado?

Hay una señora que conocí en Doncello, Caquetá. Rosalba. Resulta que esa señora tenía dos hijas y una era concejala. Un día, hace como ocho años, las Farc asesinaron a todos los concejales. Llegaron a la casa de doña Rosalba y salió su hija y le pegaron un tiro. Luego salió la otra hija a preguntar qué había pasado y le metieron otro tiro. En un minuto doña Rosalba perdió en sus brazos a sus dos hijas. Lo que me impresionó era que la señora, que vive con cuadros de sus dos hijas en su casa, iba a votar por el Sí. Colombia le faltó el respeto a esa señora, a esa mamá.

¿Qué cree que le espera a Colombia en 2017?

Que se den cuenta de que mucha gente ha sufrido, creo que las personas que pueden crear cambios de verdad tienen que ser conscientes de su responsabilidad con el otro. A raíz de tanto sufrimiento en el 2016, hay que hablar, conversar y gritar que todos somos buenos. Las Farc van a estar en esos pueblos y la gente va a tener que empezar a reconciliarse. Valoro mucho que las Farc pidieran perdón, pero van a tener que seguir haciéndolo, equivocarse y aprender.

Hablando de las Farc, usted le tomó una serie de retratos a unos miembros de sus filas. ¿Cómo fue esa experiencia?

Yo estaba en contra de ir a hacerle homenajes fotográficos a la guerrilla. Entonces la vida me mandó una oportunidad para ir a un campamento guerrillero. Y yo también me puedo equivocar y contradecir. Me hice amigo de los guerrilleros y eran fotos simbólicas, sin armas. Quería un relato más del ser humano que de sus armas. Creo que me impresioné porque son muchachos campesinos superqueridos, convencidos también, porque eso es lo que conocieron. Colombia tampoco les dio una mejor oportunidad. Habrán cometido las locuras de la vida y por eso digo, cada quien asume lo suyo. No soy nadie para juzgar a las Farc tampoco, son gente que ya decidió incluirse a la sociedad, hay que darles la bienvenida. Que la justicia determine si deben algo y cómo lo deben pagar, pero ellos como seres humanos tienen que encontrar una Colombia que no les vuelva a dar la espalda.

The New York Times

LA ERA DEL CELULAR Y EL FRANCO DECLIVE DE LA HUMANIDAD

October 15, 2016

 

 

 

 

 

 

 

Por: Carlos Santa María

 

 

El peligroso mito según el cual el mundo ha avanzado ostensiblemente contribuyendo de modo extraordinario al desarrollo del ser humano es solo eso: una creencia que se basa en el desenvolvimiento de numerosos avances que, pese a ser indiscutibles, no se han traducido en una constante de abundancia y equicracia planetaria pues las diferencias socioeconómicas hoy se hacen más patentes que nunca y las guerras e intereses egoístas amenazan la supervivencia de la especie.

 

En el caso de la medicina, el negocio de la salud es inmenso y se corrobora día a día con el aumento progresivo de enfermos: paralelo a la quirúrgica extraordinaria avanza el incremento sustancial de mortalidad por obesidad, estrés, sedentarismo, virus artificiales, entre las múltiples causalidades que se han creado con el supuesto modernismo. Proporcionalmente a la población mundial en años anteriores nunca hubo una morbilidad tan acentuada y una duración de las personas en condiciones deplorables. Si de la ciencia armamentística se trata, el número de fallecidos y en muy alta cantidad confirma la potencialidad destructiva de los nuevos instrumentos de guerra tanto en el poder disuasivo como en la toxicidad.

 

Sin embargo, ni el esplendoroso negocio de las farmacias, drogas, insalud o mortalidad violentamente obligada a través de guerras e intervenciones han podido crear una imagen más precisa para esta época considerada 'la mejor', que la encorvada figura de millones de seres con racionalidad mirando un objeto en sus manos, que se mueven caminando en forma de robots, tanto desplazándose al trabajo como de regreso a su hogares: es el símbolo de la Era del Celular.

 

Como se conoce, este instrumento que ha llevado a este siglo a un modo de ser globalizado al igual que la pobreza ha nacido vinculado al estudio de la comunicación y, asimismo, al control de las personas. Sin embargo, su creación conllevó una gran esperanza al mundo pues se esperaba que su uso condujese a un aumento de la cordialidad, el pensamiento, la mentalidad informada, el compromiso social, etc., a través del acceso a una información documentada, cultural, analítica. En el aparato escolar se creyó que este traería nuevas oportunidades de realizar estudios, investigación, uso proactivo en clases y todas las expectativas que ofrece un utensilio de dicha dimensión.

 

Indiscutiblemente el celular ha abierto grandes opciones de conexión, ha salvado vidas, cooperado en tragedias naturales, convirtiéndose en un objeto que puede ser empleado para crecer humanamente. Pese a ello, su utilización en un grado de adicción lo ha transformado también en un destructor de posibilidades y un declive del ser.

 

Las cuatro condiciones de deshumanización

 

No obstante las anteriores consideraciones positivas sobre el uso de dicha herramienta, la influencia negativa ha sido sorprendente en la generación actual —jóvenes y niños— y en la pasada —adultos y mayores incluso—, edificando personalidades con problemáticas existenciales importantes. Algunas de estas son:

 

Incomunicación extrema y alta conectividad

 

La imagen de grupos sentados en una cafetería reunidos para hablar por el utensilio sin mirarse entre ellos o jugar a entenderse virtualmente estando allí demuestra los niveles conscientes o inconscientes de desprecio por la presencia real, trasladando lo inexistente al primer plano. La preferencia por el saludo virtual confirma lo expuesto: conectividad por sobre la comunicación.

 

En el aula la extensión de la mano a través de un soporte mecánico es la constante debiendo establecerse una norma casi internacional de la prohibición de ese artefacto en clases por la desconcentración y alteración del proceso pedagógico.

 

Detención y regresión del aprendizaje analítico

 

Laespera ansiosa de todas las respuestas a partir de la información en el aparato ha conducido a una lentitud en los procesos reflexivos y su uso constante en rapidez por sobre el discurso ha provocado una disminución notable de la palabra, acrecentada por una eficaz destrucción del lenguaje y la ortografía (elementos del aprendizaje). La creatividad se ha convertido en un elemento de segunda mano para ser la reproducción el ítem más empleado, de tal modo que el ingenio está en la difusión y no en la creación imaginada, factor del cual se han aprovechado los medios para construir su mensaje ideológico en un público fácilmente manipulable. La mecanización del acto y la respuesta al sonido de modo ansioso explica por qué el respeto al otro se ha deteriorado notablemente: atender el celular y dejar hablando a la persona presente es ya costumbre.

 

Alto nivel de individualismo

 

El objeto y la cultura implícita del uso ha logrado que el sujeto se encierre literalmente en su habitación desarrollando el mutismo, lo que ha cambiado su personalidad y el ritmo de vida, incluso convirtiendo la intolerancia en la defensa de su 'vida privada', con cambios de humor y una inseguridad notable para comunicarse presencialmente, todo lo cual afecta la edificación de proyectos de vida integrales. Niños que no juegan verdaderamente con su cuerpo sino que 'juegan' a través de imágenes ha incrementado la obesidad mental y física, repitiendo la búsqueda de lugares reiterados y que se mitifica como creatividad.

 

Superficialidad extrema con valores degradados

 

La moda se ha convertido en el referente ordenado por las élites a las conciencias débilmente establecidas haciendo de las marcas un componente imprescindible. El llamado a concentrarse en música, videos, noticias intrascendentes, imágenes infunde al egocentrismo su máxima fuerza. La búsqueda de la aprobación del otro y su afectación ante la reprobación indica que los valores como la solidaridad, cordialidad, quedan relegados absolutamente, afectando la consolidación de la autonomía. La consideración evidente es que se ratifica un 'descompromiso' social en extensos sectores sociales donde queda como recuerdo las frecuentes protestas de las juventudes realzando las utopías que hoy son casi inexistentes.

 

Metodológicamente existe una estructura donde todas estas consideraciones se encuentran imbricadas afectándose unas a otras en mayor o menor fuerza aunque lo fundamental es el tipo de personalidad que se crea a partir de ellas. Ello obliga moralmente a estudiar lo que sucede de modo sistemático. Es preciso reconocer que existen jóvenes que atraen a multitudes de jóvenes también a través de sus videos, denominados 'youtuber', como es el caso de German Garmendia con 23 millones de seguidores… muchos más que los seis millones de BBC, CNN y 'New York Times' juntos. Indica que el 'boom' de una feria del libro ya no está en los autores sino en los 'youtuber', lo que implica una reflexión: identificar las tendencias de los jóvenes y sus consumos por irrelevantes que puedan ser considerados, comprendiendo sus temáticas ligadas a los conflictos con la familia (hermanos, padres), estudiantiles (profesores, compañeros, exámenes), grupales (amigos, socios), afectivos (parejas, noviazgos, rompimientos), aficiones (videojuegos, programas televisivos, novelas), etc. Cabe expresar la evidente disminución de la lectura y escritura compacta o de competencias básicas, reflexionada, excepto mensajes de texto o plagio en alta magnitud, donde debe declararse que en el mundo parece que existen más celulares que personas (1).

Sin dejar de mencionar cómo afecta laboralmente este utensilio, donde ni la empresa o los usuarios interesan a muchos funcionarios que prefieren seguir conectados antes que servir, la gran preocupación para los sectores pensantes en el planeta es hasta qué punto el ser humano puede despersonalizarse y volverse apático a la marcha de su sociedad, facilitando a las élites el dominio de estos inmensos sectores, es decir, ejercer una domesticación sin respuesta y con claros índices de alienación inconforme aunque improductiva comunitariamente.

 

Cuando se vive un mundo a través del celular el aislamiento es resultado casi obligado dificultando el contacto con la realidad y el poder de interactuar presencialmente: la adicción que hace sentir al sujeto desprovisto de alguna parte única de su cuerpo al extraviar su aparato indica un grado de alienación extremo. Es un deber ético del escritor, el periodista, el analista dialéctico, presentar a la sociedad posturas y reflexiones sustentadas que sean llamados de alerta ante flagelos que pueden afectar ostensiblemente la marcha de las generaciones y cabe llamar a las familias, instituciones, aparato educativo e individuos a la responsabilidad en el uso articulado con políticas públicas de salud mental.

 

Nadie, excepto élites autoritarias, desearía nuevas generaciones donde la esencia humana, su comunicabilidad, haya sido destrozada de tal modo que el diálogo, la discusión, la conversación entre seres reales sean reemplazadas por la virtualidad. Es el anhelo de la humanidad que el planeta siga siendo conformado por la palabra concreta, sonora, que se emita en condiciones de equidad y donde su contenido sea afín a la inteligencia cósmica que el universo provee.

 

Carlos Santa María es Humanólogo, Ph.D. en Ciencias de la Educación por la Universidatd de Barcelona (España),Trabajador Social de la Universidad Católica de Valparaíso (Chile), Psicólogo Social por la UNAD (Colombia), especialista en Estudios Latinoamericanos, Educación e Investigación por la Universidad de Nariño. profesor universitario, conferencista internacional y ha publicado trece libros en el campo del desarrollo humano y académico.

 

 

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