ARGENTINA, ! Que cuarenta años no es nada!
Por Ricardo Angoso
Periodista Español/ analista internacional
El cuarenta aniversario del golpe de Estado de 1976 se celebra después de la salida de los peronistas del gobierno y el cambio político propiciado por Mauricio Macri tras ganar las últimos elecciones.
El 24 de marzo de 1976, como crónica de un golpe de Estado anunciado, una junta militar formada por los jefes de las tres armas, Jorge Videla, Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti, por tierra, armada y aire, respectivamente, se hacía con el poder total en Argentina y nombraba un nuevo gobierno. Al frente, se ponía Videla como presidente de facto y se iniciaba lo que los militares y también los civiles que apoyaban al nuevo régimen denominarían a partir de ese momento como Proceso de Reorganización Nacional.
El golpe ponía fuera de juego a la presidenta de hasta entonces, María Estela Martínez Perón, cuya gestión nefasta en todos los ámbitos tras ser nombrada la heredera por el general Juan Domingo Perón, muerto de cáncer apenas unos meses antes de la asonada militar, llevó al país a una auténtico callejón sin salida. Atentados diarios, descontrol económico, inestabilidad política y social y malestar ciudadano, empresarial y militar, por decirlo de una forma sintética, caracterizaron uno de los periodos más terribles de la historia de Argentina, entre 1974 y 1976.
También la división del peronismo hizo el resto. A raíz del regreso de Perón al país, recibido multitudinariamente en 1974 y con grandes esperanzas por toda la nación, se hizo evidente que en el seno del movimiento tan contradictorio que habría creado el militar había dos almas y, desde luego, no eran gemelas. Por una lado, estaban los Montoneros, un grupo de inspiración marxista y revolucionario que veían en Cuba su modelo a imitar, sin desdeñar el terrorismo y la lucha armada para llegar al poder, y, en el otro extremo, estaba la Triple A, que lideraba el ministro José López Rega, más conocido como el Brujo, y que era el verdadero cerebro político de la presidenta, en cuyo gobierno llegó a ser una suerte de "primer ministro" en la sombra durante meses.
Eva y Juan Peron/fanpop,com
Un grupo marxista, que había asesinado a centenares de policías, militares, civiles, sindicalistas y muchos más inocentes, y otro de inspiración ultraderechista, igual de macabro que el anterior, estaban llamados a un choque de trenes inminente, tal como aconteció. La sociedad argentina, en aquellos años de plomo y muerte, estaba cansada de la violencia y de una guerra civil no declarada pero que amenazaba a todos los sectores sociales. Así se explica como desde el Partido Comunista Argentino (PCA) hasta la Iglesia católica, pasando por los empresarios, los gremios, los sindicatos, casi todas las fuerzas políticas y sociales e incluso algunos peronistas y radicales, apoyaran el golpe de Estado en su momento.
EL PROCESO DE REORGANIZACIÓN NACIONAL: DEL ÉXITO INICIAL AL NAUFRAGIO DE LAS MALVINAS
El periodo militar duró siete años (1976-1983) y tuvo algunos éxitos inicialmente, como el control de la economía, la derrota de la subversión terrorista, la seguridad perceptible en las calles argentinas y la estabilidad política. Pero muy pronto también surgieron las denuncias de que los derechos humanos se estaban violando por parte de los militares, y de que no se anunciaba una transición política que pusiera el punto y final a un periodo llamado a ser transitorio inicialmente tan solo para poner orden
Así las cosas, y en una creciente caída en la popularidad del régimen militar que se agotó en sí mismo, el penúltimo presidente de facto del gobierno militar, Leopoldo Galtieri, cometió el craso error, con el fin de legitimar políticamente a la dictadura, de ocupar las Islas Malvinas. La operación militar fue un éxito inicialmente, pero posteriores errores en la planificación y en la logística llevaron al desastre, siendo derrotados, los argentinos, por las tropas inglesas desplazadas a la zona.
Galtieri tuvo que dimitir y abandonar la escena política para siempre, mientras la primera ministra británica de entonces, Margaret Thatcher, se cubría con los laureles de la gloria y la victoria. En lugar de Galtieri, fue elegido el también general Reynaldo Bignone, quien convocaría elecciones libres, allanaría el camino para el cambio político y acabaría abandonando el gobierno a finales de 1983, dejando paso libre al radical recién electo Raúl Alfonsín. El nuevo presidente juzgó a los militares responsables de la dictadura, en1985, creo una comisión para determinar cuantos desaparecidos hubo en esos años -la famosa CONADEP del escritor Ernesto Sabato: algo más de 8.000 determinó en su momento- e intentó poner orden en la economía.
Alfonsín fracasó, su gestión terminó en medio de un caos económico marcado por una hiperinflación desconocida en el país y tuvo que abandonar anticipadamente el cargo, en 1989, tras haber sufrido varias revueltas militares que le urgían a poner fin a los procesos relativos a la dictadura. Tuvo que entregar el poder anticipadamente unos meses antes a Carlos Saúl Menem, en 1989, en un hecho único en la historia de la Argentina. Quizá en su haber, reconocer que Alfonsín, en aras de lograr la reconciliación entre todos los argentinos trató de cerrar el capítulo militar con leyes de Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987), más tarde derogadas por el peronista Néstor Kirchner.
Los años de Menem (1989-1999) se caracterizaron por un gran crecimiento económico, los indultos a los militares que habían sido procesados por los sucesos acaecidos durante la dictadura, una notable estabilidad política, una mejora en las relaciones exteriores y la inserción de Argentina en la economía internacional. Pero sin dejar de señalar que también hubo grandes escándalos, como atentados contra la comunidad judía -AMIA- y las famosas ventas de armas al exterior por parte del entorno presidencial. Y al final, como suele ocurrir tras una gran juerga, pues en la economía los milagros no existen y la parida dólar-peso argentino era un quimera, la fiesta de Menem acabó en una gran resaca. Menem, incluso, acabó detenido más tarde por el escándalo de las armas.
Carlos Menem/elgritodiario.com
En apenas tres años, con Corralito por medios que significó el cierre de los bancos para evitar una masiva fuga de capitales, se sucedieron tres presidentes, a cada cual más incapaz, y los argentinos se vieron, nuevamente, decepcionados por una clase política que no fue competente a la hora de salvar sus ahorros y poner estabilidad en una economía sin control alguno. Se sucedieron en la presidencia Fernando de la Rúa, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Dualde. De la Rúa acabó huyendo de la Casa Rosada en un helicóptero para evitar linchado, cuya imagen dio la vuelta al mundo; Rodríguez Saá apenas fue siete días presidente y Dualde se fue con más pena que gloria, obteniendo en el futuro exiguos resultados electorales.
DE LOS KIRCHNER A MACRI
El cansancio ante la política tradicional y el notable desgaste de los radicales por su mala gestión de lo económico llevaron a la presidencia al peronista Néstor Kirchner (2003-2007), un político de vieja data y muy habilidoso en el manejo de las bases de su propia formación política. Kirchner llevó a cabo una política económica muy intervencionista que tuvo éxito, entabló unas relaciones muy profundas y estrechas con el bloque "bolivariano" que lideraba el presidente venezolano Hugo Chávez, se alejó de la órbita occidental, especialmente de los Estados Unidos, y trató de mantener una cierta autarquía exitosa en sus inicios pero agotada definitivamente al final del mandato de su esposa, Cristina Kirchner.
Cristina Kirshnert/lacapital.com
Cambiando las normas que habían regido la Transición argentina, Kirchner anuló las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, juzgando a miles de militares, funcionarios y policías que habían tenido alguna responsabilidades en las supuestas violaciones de derechos humanos durante el periodo militar. Asunto muy controvertido que generó reacciones a favor y en contra y una división profunda en la sociedad todavía no superada.
Tras la muerte de Néstor Kirchner, su esposa Cristina le sucedió tras ganar ampliamente las elecciones y conseguir suceder en el liderazgo a su marido al frente del movimiento peronista. Reelegida para una segundo mandato, Cristina fue presidenta de la Argentina entre el 2007 y el 2015, justamente cuando la recesión económica se comenzaba a notar en el país, la encuestas acusaban su desgaste, los escándalos comenzaban a aparecer y el modelo económico intervencionista, autárquico, asistencialista y clientelista se ponía en entredicho.
Cristina también se caracterizó en estos años por su cercanía política a los líderes del "socialismo del siglo XXI", entre los que destacaban los Castro, Nicolás Maduro, Evo Morales y Rafael Correa. Un caso siniestro que marcó su mandato final fue el asesinato (supuestamente suicidado) del fiscal Alberto Nisman, quien investigaba la trama nunca aclarada de la bomba contra la organización judía AMIA y que Cristina obstruía sistemáticamente para proteger a los verdaderos responsables (¿Irán?). Con respecto a los militares, varios centenares murieron en la cárcel durante su mandato y no hubo grandes cambios con respecto a la política llevada a cabo por su difunto marido; ambos estuvieron siempre muy cercanos a las organizaciones de las Madres y Abuelas de Mayo.
Es muy pronto para juzgar los resultados de las políticas llevadas a cabo por el nuevo presidente, Mauricio Macri, pero como primeros pasos se pueden destacar una política exterior más cercana a los intereses occidentales, una estrategia económica menos agresiva con los organizaciones financieras internacionales y una menor intervención del Estado en los asuntos económicos, tal como se vio en la eliminación de las restricciones cambiarias -devaluación de facto- con respecto al peso aprobadas en el año 2011 por su antecesora. La presidencia de Macri apenas comienza, es muy pronto para juzgarla.
@ricardoangoso
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