11 de octubre de 1492 , el último día en libertad de los pueblos originarios y el inicio de un genoc
Pese a estar ya en pleno S XXI, pese incluso a que Las Naciones Unidas abolieron el término raza en 1959 por carecer de todo valor científico y por servir solamente para incentivar el odio entre los hombres de distintas culturas.
Todavía en nuestros días los manuales de Historia de los Colegios, las publicaciones para niños y niñas, incluso gran parte de los académicos siguen considerando el 12 de Octubre como el “Día de la Raza”. Más aun, todavía hoy se refieren al hecho como “El Descubrimiento de América”.
Juán José Postararo
Esta definición no solo conlleva un carácter euro céntrico según el cual las cosas y los seres comienzan a existir cuando entran en contacto con los representantes del “viejo continente”, sino que además omite que lo sucedido en 1492 fue contundentemente una invasión europea al continente americano, iniciada cuando un comerciante aventurero, que navegaba en busca de un “atajo” para llegar a las Indas, tropezó con éste, un continente maravilloso donde los hombres vivían en libertad y en armonía con la naturaleza.
En esos momentos ni Colón y menos aun los reyes tenían la menor noción de haber “descubierto” un nuevo continente. En sus mentes aun persistía la idea de que habían llegado al Asia. En sus Diarios Don Cristóbal dejó de manifestó que estaba seguro de haber llegado a las India, aunque se asombraba de no toparse con los clásicos mercaderes chineos, sino con gente “muy bella y pacífica” que tomaba las espadas por el filo por desconocer las armas de guerra” tal sus propios reportes.
No obstante, estos “mareados” marineros se “vieron con derecho” a apropiarse de estas tierras y sus habitantes. Continua escribiendo el almirante: “Son la mejor gente del mundo y sobre todo la más amable, no conocen el mal –nunca matan ni roban-, aman a sus vecinos como a ellos mismos y tienen la manera más dulce de hablar del mundo, siempre riendo. Serían buenos sirvientes, con cincuenta hombres podríamos dominarlos y obligarlos a hacer lo que quisiéramos”.
Pues así entonces, desde aquel nefasto 12 de Octubre, estas tierras que no se llamaban América, pero si tenía nombre (El pueblo Kuna de las actuales Panamá y Colombia la llamaba, por ejemplo, Abya Yala –tierra en florecimiento–, expresión que hoy ha sido adoptada por muchas naciones indígenas) comenzó una transformación que abarcó la cultura, los recursos, el paisaje, los modos y el futuro.
Antes de la llegada de Colon éste era un continente maravilloso donde los hombres vivían en libertad y en armonía con la naturaleza. Pueblos como los arahuacos, que les ofrecieron a los españoles toda su amistad, porque para decir amigo decían "mi otro corazón", y al arco iris lo llamaban "serpiente de collares de colores". Pero claro, ni Colón ni sus secuaces eran propicios a la poesía y no dudaron en esclavizarlos para buscar oro en nombre del Papa y los Reyes Católicos. En treinta años la población de las Antillas fue exterminada por los invasores empachados de codicia.
No solo eso, sino que la llegada de los europeos implicó la introducción en América de los secuestros extorsivos. El asesino Hernán Cortés secuestró y mató a Moctezuma a pesar de que los aztecas pagaron un rescate de toneladas de oro y plata. Misma acción repetiría su compañero Pizarro con Atahualpa en el Perú. La conquista le costó a América 80 millones de vidas que quedaron en las minas, en los obrajes, en las haciendas, para enriquecer al reino de España y a los banqueros europeos.
Por supuesto que la “paz” del lado de los pueblos originarios tuvo su punto límite, y adoptaron la resistencia. Heroica. Genuina. No dudaron en domesticar los caballos que trajeron los propios colonizadores. Y aquella rebelión tuvo algunos gestos epopéyicos, como los vividos por Túpac Amaru y sus ejércitos libertadores, que les metieron miedo a los conquistadores y los obligó a cambiar su política de explotación y genocidio.
Existen todavía, míseros argumentos que intentan “justificar” la conquista de América. Refieren así a la “necesidad” de expansión de las potencias europeas, de la búsqueda de nuevas tierras, de la voluntad de expandir su fe. Pero la pregunta es inexorable ¿Estas “necesidades” justifican acaso el genocidio y la imposición de diferentes modos de producción y diferente cultura?
Acaso el viejo concepto de “Nuevo Mundo” merece su revisión. O su redefinición, tal como explica el ensayista, historiador, diplomático y político colombiano Germán Arciniegas: “Todo, hasta el paisaje ha cambiado, los indios han conocido los caballos, hierro, pólvora, frailes, el idioma español, el nombre de Jesucristo, vidrio, cascabeles, horcas, carabelas, cerdos, gallinas, asnos, mulas, azúcar, vino, trigo, negros de África, gentes con barbas, zapatos, papel, letras. Los caciques se acabaron colgados en las horcas. Nació una ciudad de piedra. La isla es para los indios un nuevo mundo. Más nuevo para ellos que para los españoles”.
Según estadísticas de UNICEF En América Latina existen actualmente 522 pueblos indígenas que van desde la Patagonia y la Isla de Pascua y Patagonia, hasta Oasisamérica en el norte de México. Brasil es el que tiene más diversidad de pueblos indígenas con 241, que representan una población de 734.127 personas. Colombia, con 83 (1.392.623 habitantes) es el segundo país con más cantidad de pueblos, seguido por México con 67 (9.504.184 personas) y por Perú, que tiene 43 pueblos distintos que representan 3.919.314 habitantes sobre el total de la población peruana. En el otro extremo se encuentran El Salvador, que tiene 3 pueblos indígenas (13.310 personas), Belice con 4 (38.562 habitantes) y Surinam con 5 (6.601 personas). En el caso del Caribe insular, como Antigua y Barbuda, Trinidad y Tobago, Dominica y Santa Lucía, hay pocos datos sobre la supervivencia de pueblos nativos pero existen reivindicaciones de identidad indígena en el ámbito local.
Por otra parte, Bolivia, Guatemala y Belice destacan por ser los países donde los indígenas representan porcentajes más altos sobre la población total, con el 66,2%, el 39,9% y el 16,6% respectivamente. En cambio, países como El Salvador, Brasil, Argentina, Costa Rica, Paraguay y Venezuela registran un bajo porcentaje de población indígena (entre 0,2% y 2,3%). Destacan cinco pueblos con varios millones de personas como los Quechua, Nahua, Aymara, Maya yucateco y Ki’che’, y seis, los Mapuche, Maya qeqchí, Kaqchikel, Mam, Mixteco y Otomí, con poblaciones entre medio y un millón de habitantes.
Ellos aun resisten, de pie. En la lucha eterna. Es por ellos entonces, porque son legítimos habitantes de estas tierras, menester replantearse un cambio en la forma de leer esta parte de la historia. Acaso, por respeto y en homenaje, a la violenta forma de cómo sus antecesores fueron desbastados de sus tierras, del saqueo, la invasión y los asesinatos, deberíamos no solo dejar de lado el término “Día de la Raza”, incluso desistir al reciente eufemismo “Día de la Diversidad Cultural”.
Abandonar de cuajo el nefasto 12/10 y empezar a conmemorar el 11 de Octubre como el “Ultimo día en Libertad de Nuestros Pueblos Originarios”. Abordar el tema desde los Estados, sancionar y aprobar las leyes necesarias para que los miles de tierras que le corresponden le sean devueltas. Para que se respete su identidad. Sus legítimos derechos. Su inclusión. Su cultura. Comenzar a reeducar a las nuevas generaciones para que no cometan nuestros mismos errores.
Rescatar, de una vez por todas, una de sus miles de enseñanzas, y enseñar a nuestros hijos como hicieron ellos, a cuidar y querer nuestra tierra, porque como reza un viejo proverbio mapuche”nadie es dueño de la tierra, la recibe en préstamo cuando nace y la debe devolver a la naturaleza más próspera y fértil cuando se va”.
Postararo Juan Jose. - @jotaposta
Periodista con conocimientos en Producción Radial y Televisiva. Cuenta con experiencia en prensa escrita, relaciones comerciales y comunicación interna. Cronista Freelance.
Director Portal Noticias: https://juanjoposta.wordpress.com/