Donald Trump, un presidente de "centro" con una caja de pandora que aterroriza al mundo.
Un fantasma recorre el mundo: el progresismo internacional. Se trata de un discurso políticamente correcto en donde se descalifica todo aquello que no tenga ver con la defensa a ultranza de la muchachada bolivariana (Maduro, Correa, Morales, Kirchner y Castro), los ataques despiadados a la Rusia de Putin y una visión del mundo progre en todos sus aspectos. Ese ideario progre es una suerte de Caja de Pandora donde cabe todo, desde el feminismo trasnochado hasta ideas tan peregrinas como que hay aceptar la llegada indiscriminada de miles de terroristas a las fronteras europeas sin rechistar. ¡Viva la inmigración ilegal!
DONALD TRUMP, ¿UN HOMBRE DE CENTRO?
Por Ricardo: Angoso / Analista Internacional
Ahora todos se rasgan las vestiduras porque en los Estados Unidos ha ganado el candidato republicano, Donald Trump, y lanzan las campanas al vuelo, atacando al futuro presidente sin piedad ni tregua. Hay incertidumbre en el mundo con respecto a Trump, algo lógico y normal tras una campaña plagada de acusaciones entre los dos candidatos y propuestas realmente sorprendentes, como el famoso muro que se construiría en la frontera entre México y los Estados Unidos.
¿Pero en qué quedarán de todas esas propuestas, muchas auténticas sandeces, presentadas durante la última campaña electoral norteamericana?
En primer lugar, Trump es empresario y toda su vida es un rosario de éxitos y fracasos, de triunfar en los negocios, arruinarse en algunos y después volverse a levantar. Intentar presentarlo como un hombre sin escrúpulos, exaltado, poco inteligente y más emocional que intelectual, como ajeno a la lógica del mundo de los negocios, no es realista. Su carrera, de hijo de inmigrantes a triunfador en los negocios, desmiente con los hechos el batiburrillo de mentiras que la prensa progre nos trata de vender del personaje. Ni es un cantamañanas ni un truhán, el asunto acerca de su personalidad es más complejo que los análisis simplistas de los escribidores a sueldo de la prensa políticamente correcta.
Y, en segundo lugar, pero no menos importante, son muchos los que objetan que Trump no tiene experiencia política ni de gobierno. Se trata, en suma, de esa concepción de la política que tienen algunos, como un monopolio donde solo pueden actuar los políticos profesionales y los ciudadanos deben quedar al margen. Esa era, fundamentalmente, la diferencia entre Hilary Clinton y Donald Trump. Clinton eran la candidata del Establecimiento, una política profesional al uso buena conocedora de los entresijos de Washington, mientras que Trump hablaba el lenguaje de la calle y supo interpretar el hastío y el cansancio de una ciudadanía que demandaba cambios radicales en la relación entre los representantes y los representados. Esa fue la principal razón de su éxito, no digo que vaya a tener la solución a los problemas que tiene ante sí la sociedad norteamericana, pero sí que conectó mejor con la calle y con el hombre de a pie.
TRUMP, CONTRA LA INMIGRACIÓN ILEGAL
Ademas, en definitiva, ¿qué es lo que plantea Trump más allá de los exabruptos propios de una campaña electoral marcada por el juego sucio?
Habla del respeto a la Ley y de garantizar la inviolabilidad de las fronteras norteamericanas. De que se respete la soberanía territorial de los Estados Unidos y se ponga freno, de una vez por todas, a la inmigración ilegal. Lo impresentable no es que Trump quiere acaba con esta lacra, sino que el gobierno mexicano sea incapaz de controlar sus fronteras y que se hayan convertido las mismas en un foco de criminalidad organizada, narcotráfico, policía corrompida y tráfico ilegal de seres humanos.
Con respecto a su política internacional, no se pueden hacer más que parabienes con respecto a sus propuestas. Mano dura contra la muchachada bolivariana, que son unos impresentables de campeonato y unos aprendices de tiranos en ciernes, y un liderazgo sólido y firme en el mundo. Muy pronto se van a enterar los Castro, Correa, Morales y Maduro, de con quien se juegan los cuartos. Se acabaron los discursos contemporizadores, las pamplinas ante las violaciones de los derechos humanos y los encuentros progresistas con los dictadores y criminales. También Trump habla de implicar a Rusia en el desconcierto mundial, tras los años de pésima gestión de Barack Obama al frente del mundo, que lo deja plagado guerras, conflictos y crisis sin resolver. Si de veras queremos cerrar de una vez por todas las crisis siria y ucraniana, que han envenenado las relaciones entre Rusia y Occidente, habrá que contar con el presidente Vladimir Putin como un interlocutor válido y protagónico en ambos conflictos.
En política doméstica, después de años de crisis que dejaron fueron del sistema a millones de personas que no recibieron los beneficios del final de la recesión, Trump plantea un mayor proteccionismo, la defensa de las empresas norteamericanas y gravámenes más altos para las importaciones. Trump no podrá contra el fenómeno de la globalización, que es ya imparable, y tendrá que aceptar las realidades sobre el terreno, como las llamadas deslocalizaciones industriales en busca de mejores costes laborales y de producción y la internacionalización de las empresas que exploran nuevos mercados. Ambas tendencias son ya imparables y nada ni nadie, ni siquiera Trump, podría cambiar esta tendencia ya universal. Cerrar a cal y canto la economía norteamericana sería un desastre, pero Trump, como buen empresario que es, lo sabe y no lo va a hacer.
Finalmente, las acusaciones contra Trump van desde racista hasta nazi, pasando por "amigo" de Israel. Trump ha estado casado varias veces con extranjeras, ¿puede ser alguien racista viviendo toda su vida con esposas extranjeras? Lo de nazi no tiene ningún sustento; ni se le conoce la militancia en ninguna organización de esas características ni ha defendido nunca dichas ideas. Con respecto a Israel, creo que sus detractores o tienen mala fe o son realmente idiotas. Israel es la única nación democrática de Oriente Medio y el único lugar del mundo donde los árabes votan libremente. Israel es un país amigo, aliado y fiel socio de Occidente en todos los ámbitos. Damos la bienvenida a Trump por apostar por Israel, refleja su verdadero espíritu de hombre de centro y defensor de las libertades. Ya era hora que llegara un nuevo talante a la Casa Blanca. Pobres progres.